Cuando en momentos difíciles, no puedes abrazar a un amigo, es cuando te das cuenta de lo importante que es la cercanía, las miradas, esa mano que toca tu hombro... Ahora, amigo, me he sentido impotente, por no darte la mano, un abrazo... porque vieras en mis ojos la mirada de aliento. Me he sentido impotente por no tomarme ese café a tu lado, escuchándote. Espero que esta distancia obligada nos sirva de algo y que estos momentos de impotencia se tornen en fuerza y fe.
Volveremos a pisar la arena mojada.
Ángela Ruiz
No hay comentarios:
Publicar un comentario